In Solitude

abril 3, 2014 § Deja un comentario

That night she realized that she owned herself… like no father, friend or lover had owned her. The sorrows, the dreams -all unbound passions, were hers’ to be had, to be known, to be lived.

Estación de San Mateo

abril 3, 2014 § Deja un comentario

Escuchaba el ruido de sus tacones en el concreto. Era un día hermoso y el sol trataba de confundirla. Se desabotonó el abrigo mientras caminaba. Una ráfaga de viento alzó las hojas y le lanzó una bullaranga jocosa, cuyo eco guardó en su corazón por mucho tiempo.

Era tan fácil complacerlo, y era tan natural para ella salirse solo un poco de su camino para encontrarlo por unos cuantos minutos antes de tomar el tren. Un cigarrillo y una conversación apresurada, una pequeña sonrisa y un abrazo corto le bastaban para poder enfrentar tanta incertidumbre, tanto ruido, tantas posibilidades y tan poca fé.

octubre 24, 2013 § Deja un comentario

Tu voz era clara y tu respiración flotaba,

pequeña, entrecortada

mientras me contabas todo sobre el mar.

Me mirabas fijamente

mientras yo lloraba,

mientras to decía todo

lo que nunca había dicho

ni diría nunca más.

En algún lugar nos vimos, nos amamos

En algún lugar te espero, me esperas

pronto volveremos a respirar.

Happier Times

junio 17, 2013 § Deja un comentario

Every once in a while you remember happier times. Not to contest your current state of happiness -which you are content with, appreciate and are sometimes even amazed of- taking into account the current situation of humanity as a whole. The level of resilience that time and acceptance has provided you, makes you unaware of how instinctively you navigate life.

But every once in a while, happier times haunt you. Your current contentment starts to feel awkward and forced and melancholia hits you gracefully, leaving you stranded and disoriented in the middle of your routine.

Happier times when “happiness” was not even an issue, times when the people you loved and places you belonged to were the constant and not the exception, times when youth was so real it was not even acknowledged, times when you had no option but to be alive, when love was raw and pain inconsequential.

And then your phone rings and you talk to a stranger about your bank statement, you spend more hours in traffic than loving or doing or making… and your contentment becomes having the dished done or having clean underwear, or maybe having time at the end of the day to continue knitting that scarf you will wear someday, somewhere. It is the act of making something that truly connects you to yourself, you feel. Happiness then becomes not being unhappy. Happiness then, becomes even more abstract.

You realize (unhappily) that love is not given but made. That happiness was never something granted, that it is a daily choice. What makes you choose to smile and keep going? What makes you choose not to dwell in the complexity of loss and the pain that it affords you on a daily basis? Who is making these choices for you? Where did the easy go? Who are you now and where is the happy person you were before?

Ultimately, I think, you choose to love and you choose to let go. Happier times are gone. You have where you are right now, and you can choose where to go from here. Happier times are a memory. True happiness is ephemeral. Love is an action. Everything else is in the past.

El Tiempo es Nada

octubre 27, 2012 § Deja un comentario

El tiempo es nada cuando saboreo el café de la peluquería. Barniz de uñas, laca y zapatos blancos. Sonrisas rosadas y el café. Siempre el café. Que no me vea nadie mientras me robo un sorbo de café.

Tabaco en cajas de madera. Hierba húmeda, hierba quemada, labios con sal. Brisa nocturna en mi cabello y arena dentro de mis zapatilas.

El olor de tu espalda. La angustia y el miedo, el vacío de la espera y el horror. La calma que te regala un profundo dolor.

Un abrazo Chanel No. 5 de mi abuela, tacones en un baile, el mar. Trementina con fritanga y un libro escondido bajo mi colchón. Un cuaderno con retazos. Cartas. Besos. Un amor.

Una muñeca hermosa, joyas, rizos en el piso de mi habitación. Noches largas, noches cortas, miles de dudas y tanta confusión.

Los pequeños dedos de un bebé, la luz de la mañana del primer día de aquel año… tanto es poco… el tiempo es nada.

Estoy aquí y llueve mientras me tomo este café.

Entre el sueño y la vigilia.

julio 3, 2012 § Deja un comentario

Entre el sueño y la vigilia pude ver que estabas despierto y me observabas. Sentí como una sonrisa se dibujaba en mi rostro. Me encantaba despertarme y encontrarme con tu rostro examinando el mío.  Lo que seguía era conocido. Pasabas tus dedos por mi cabello trazando mis rizos, tomabas mi mano y la besabas antes de colocarla en tu rostro. Me olías con fuerza y luego me besabas.

Era el rito de las mañanas que me traía lentamente a la realidad. A la que compartíamos desde hacía tiempo ya… pero que se yo del tiempo. Era nuestro rito secreto, ese lenguaje conocido que nos unía en complicidad. Como poder ser otra cosa que no fuese nosotros? Que distintos éramos fuera de la cama, en la ciudad, en el trabajo, con los niños; y que perfecto vivir dos vidas, tan iguales y tan distintas a la vez.

Mas que amor era una esperanza compartida. Una calle amplia y segura, un par de ojos que te esperaban cada mañana. Cada mañana tus ojos contemplando los míos. Nunca osé preguntar que pensabas. Nunca lo sentí necesario. Tu espacio, tus pensamientos y tus silencios siempre me parecieron extremidades intocables, inasibles, privadas. En cambio tu siempre preguntabas. Siempre cuestionabas, siempre hacías que mis extremidades tuvieran sentido. Y por eso siempre te estaré agradecida. A veces una pregunta limpia y clara es todo lo que necesitamos para que la duda desaparezca. Siempre fui temerosa de tus certezas. Tu, en cambio, te tragabas el universo de un solo bocado.

Fue por eso que te pedí esa noche que te quedaras. Vi claramente el espacio que habitarías en mi vida. Por primera vez no hubo duda ni miedo. Cuando llegaron los niños vi en ti una serenidad que me hizo creer que aquella locura tenía sentido. Como tus ojos cada mañana. Tu cuerpo saliendo de la cama en la madrugada al escuchar un llanto, y luego tu voz canturreando desde la habitación de alado. Tu mano en mi cuello cuando sentía cansancio y desesperación. Tu risa contagiosa. Tu sonrisa cuando despuntaba la mía.

Me hacía llorar tanta ternura, sabes? Siempre pudiste ver a través de mi. Cómo lograste hacerme tan transparente? Cómo has logrado que te ame tan simplemente, si el amor siempre fue complicado para mi? Me pregunto una y mil veces si me escuchas, si me ves a través de la confusión que nubla mi juicio.

Mientras te escribo esta carta, sueño que somos mitades de la misma fruta y siento un pánico asfixiante al verme separada en dos, al sentir que no soy un ente completo. Cuando despierto veo tus ojos examinándome, tratando de descifrarme, observando mi misterio, buscándome. Y nuevamente tocas mis rizos, hueles mis manos y besas mi boca.

Autopsia de una Muerte

junio 11, 2012 § Deja un comentario

La vida en general no nos llama mucho la atención. Nos rodea, claro, pero prestarle atención… no.  La muerte, en cambio, nos sacude. Nos saca de nuestro centro. Nos preguntamos si nos duele la muerte, o si tal vez sea ausencia lo que nos agobia; o quizás nos angustie la incertidumbre, aunque la muerte en sí sea bastante absoluta.

Al rato nos cuestionamos sobre la manera en que nuestro cerebro procesa las emociones propias y las ajenas; y podríamos tender a rechazar el carácter empático que nos caracteriza. Sentiremos desconsuelo compartido? Será mejor llamarlo vacuidad participativa? Se le llama luto también.

El dolor es una sensación agobiante y cansina. Ser miserable toma un gran esfuerzo. Podríamos llorar por 24 horas ininterrumpidas sin hacer ningún esfuerzo físico y sentir un cansancio parecido al que sentimos al subir una montaña muy empinada durante 6 horas.

Cuando transcurre el tiempo y ya superaste el shock inicial, el matiz del dolor cambia. Es un dolor errante. No te despiertas con el, pero te visita en ocasiones durante el día. Tal vez ya no llores, pero tu cara se tuerce de vez en cuando. Sientes una aceptación decepcionante. Te asquea no tener control sobre nada y te sientes bastante insignificante en tus esfuerzos por suponer que la felicidad existe.

En algún momento te toca visitar a un infante que acaba de nacer. Nuevamente experimentas una desplome de emociones. Ves a esa criatura indefensa y te fulmina un deseo incontrolable de venerar algo venerable.

Camino a casa pasas por el parque y cuando vez a los niños jugar, notas que sus voces son distintas. Por un momento te asustas y crees estar volviéndote loca. Los ecos llevan colores, y sus rostros brillan. No logras entender lo que pasa, pero las plantas que te rodean se mueven, y puede que sea el viento pero logras percibir claramente en su movimiento un ritmo. Como una coreografía fuera de control.

Lo que sigue es de esperarse. Te entregas al ritmo y te punza un pánico terrible, acompañado de una profunda exhalación. Y entonces sientes calma.

Los niños ríen y las plantas bailan y te das cuenta que sientes algo de complicidad con las voces y el viento. Conoces bien lo que te rodea, pero entiendes que no lo podrás ver ni mucho menos sentirlo; si no llevas un dolor muy grande en el corazón.

Hambre de nada

febrero 13, 2012 § Deja un comentario

A veces pretendo que se poco y hablo mucho. Lo hago a la fuerza y luego de un rato empiezo a disfrutarlo. El ruido de mi mente se calla y el tintineo de mi voz vacía canturreando estupideces me reconforta. El espacio lleno de humo se vuelve tolerable. Las miradas de hambre, las manos flojas bajo mi espalda, el roce torpe de tu barba en mi cuello cuando me hablas, nada me perturba. Soy dócil y amable. Soy tonta y apetecible. Soy el diablo que comerá tus entrañas cuando me despierte en la mañana; cuando sea realmente yo y tu sigas siendo el mismo imbécil.

El Caminante y su Camino

agosto 2, 2011 § Deja un comentario

No es fácil. Pero nada lo es, verdad? Se preguntaba el hombre si existe en realidad alguien que “la tenga fácil”: la vida resuelta, el camino libre, primera fila en el VIP. Y que es realmente “la vida fácil”? Mucho dinero, suficiente para regalarlo o despilfarrarlo sin remordimientos. Mucho sexo. Suficiente para sentirse el rey del universo, potente, fértil, idolatrado y codiciado. Afecto? Alguien que te provoque ternura? Realmente servirá de algo la ternura, la afección por otro… por otros? Servirá de algo querer, desear, amar, tener y guardar?

En eso pensaba el hombre mientras caminaba. Y mientras mas andaba, mas cansancio sentía. Y mientras mas cansancio sentía menos le gustaba caminar. Un día se detuvo y se pregunto cual era el punto de caminar si realmente nunca se llega a ningún lado; y por mas que había leído incontables libros que le vendían la idea de que no es el destino sino el camino, ya no le hacían mucha gracia ni le procuraba mucho consuelo tanta basura inconsecuente. Que saben los libros si no son yo, concluyó el hombre.

Se preguntaba, sentado en el camino, si no habría alguna manera de no pasar tanta angustia, tanta incertidumbre, tanta desolación, tanta mierda. Mientras se entretenía en cavilar sobre el camino, la angustia, el cansancio y tanta mierda… se vio cavando un hueco. Se dio cuenta que el hueco lo protegía y lo hacía sentir que su miserable realidad era realmente fácil. Ser miserable era lo mejor que le había podido pasar en la vida. Podía no amar, no decir, no perder, no ganar, no sentir, no creer, no fingir, argumentar o pensar. No tenía que ser ni hacer. Se podía sentar en ese hueco que se cavaba por si solo… sin esfuerzo alguno! Eureka! Ningún esfuerzo, ningún cansancio, absolutamente nada de nada en la nada, con nadie, por siempre. Sintió una profunda lástima por si mismo, y esta, le causó gran consuelo y hasta agrado. Era un ser absolutamente patético y libre de cualquier deseo. Era simplemente humano, derrotado, abatido y entregado a sentir en toda su intensidad la realidad, la verdad que, por cierto, también le pareció bastante inútil . Se dio cuenta entonces, que la tenía bastante fácil después de todo.

La maestra y el regalo.

julio 27, 2011 § Deja un comentario

Estaba en un salón de clase. No podía recordar que o quien la había convencido de meterse en aquel enredo. Que hago aquí?

Los jóvenes la miraban con desconfianza o tal vez simple curiosidad. Dónde estaban los niños pequeños que abrazan dulcemente a la maestra cuando entra al salón? Esos que te aman incondicionalmente solo por que eres mas alta que ellos y sabes amarrarles los cordones? Estos eran inmensos. Qué tendrían, dieciséis, diecisiete años? Era muy joven para ser su maestra. No les llevaba ni diez años, y algunos hasta se veían mayores que ella. Soy demasiado joven para esto; que voy a darles a ellos si ni se lo que necesito para mi. Se preguntó que sería de importancia para ellos.

Los observó con detenimiento. Sus caras eran muy distintas unas de otras. Parecían muchos, aunque tal vez no llegasen a la veintena. Cada uno tenía un nombre y un apellido, una nacionalidad y rasgos muy particulares. Recordó que la noche anterior, cuando pasaba la lista a su libreta de asistencia, le dio a cada nombre una cara y una historia; como un juego, para hacer que los nombres se sintiesen mas humanos, menos inventados. Ahora que los veía por primera vez entendía la importancia de saber el nombre de cada alumno, el valor que tiene que el maestro conozca y entienda la singularidad, no solo de su apelativo, sino de su persona.

Aunque usaban el mismo uniforme, pudo ver que cada chico lo llevaba de manera distinta. Observó con detenimientos cada particularidad, cada peculiaridad. Había una chica que tenía el cabello muy arreglado, con mucha laca y el flequillo extremadamente parejo. Se notaba nerviosa y pendiente de sus compañeros. Tal vez era nueva también. Otra, a su lado, obviamente no se había bañado. Tenía el uniforme muy arrugado y se notaba soñolienta. Otro chico simplemente conversaba amenamente, a fin de cuentas era el primer día de clases. La que mas impresión le causó estaba sentada muy cerca de ella y la miraba fijamente. Examinándola. Casi disecándola. Midiendo cada frase, cada inflexión, cada movimiento. Esperando verla dudar.

La maestra empezó a repasar lo que llevaba puesto, los zapatos que calzaba; si tendría o no labial puesto después del café con los maestros y el himno que inauguraba el nuevo año escolar. Y esta chica se daba cuenta. Sonrió triunfante al notar como la maestra esquivaba su mirada. Fue la primera en alzar la mano, en preguntar de donde venía y por que era maestra. Muy buena pregunta, pero no se la respuesta. Diablos. “No se por que soy maestra, esto es tan nuevo para mi como esta clase lo es para ti…” respondió. “Tal vez en el transcurso de conocernos y conocer un poco sobre el diseño y nuestra necesidad de diseñar lo que nos rodea, entenderé por que me interesa enseñarlo y a ti aprenderlo.” La sonrisa de la chica y un brillo curioso en sus ojos fue el primero de muchos regalos que recibiría la maestra. Se dio cuenta sorprendida, que ella sonreía también.